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Cumbre de la ONU

Sevilla se convierte en la sede del debate global sobre el desarrollo en plena caída de la ayuda internacional

  • La ciudad acoge del 30 de junio al 3 de julio la cuarta Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo
  • El encuentro reunirá a líderes de 150 países, con la destacada ausencia de Estados Unidos
Sevilla se convierte en la sede del debate global sobre el desarrollo en plena caída de la ayuda internacional
Palacio de Congresos de Sevilla, sede de la FfD4 EFE/ Julio Muñoz
MARTA REY (Enviada especial a Sevilla)
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Sevilla acoge desde este lunes y hasta el 3 de julio la cuarta Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo (FFD4), un encuentro que reunirá a 70 jefes de Estado y de Gobierno y a representantes de 150 países para buscar soluciones a los principales retos financieros. Lejos de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030 y en un contexto de disminución de la cooperación internacional —con especial impacto en los países menos desarrollados— este encuentro se celebra por primera vez en un país del norte global y con la destacada ausencia de Estados Unidos, que no firmará el denominado "Compromiso de Sevilla", un documento final que ha contado con el consenso del resto de participantes.

"Hemos visto aumentar la carga de la deuda y disminuir las inversiones [...] cómo se reducía la ayuda y crecían las barreras comerciales. El sistema actual no está beneficiando a las personas para las que fue diseñado", reconoció el miércoles en un encuentro con medios la vicesecretaria general de la ONU, Amina Mohammed, que ve esta cumbre como una oportunidad única para "cambiar el rumbo", así como para "reformar las reglas del sistema y poner las necesidades de la gente en el centro".

La conferencia de Sevilla se celebra en un contexto de disminución de la ayuda global, que cayó un 7% en 2024, según cifras de la OCDE, lo que pone fin a un ciclo alcista que comenzó en 2019. Además, se calcula que puede caer entre el 9% y el 17 % este 2025.

La cumbre tiene lugar, además, en un contexto "particular y crítico" para el multilateralismo y con profundas transformaciones en el plano geopolítico, como señaló el embajador permanente de España ante la ONU, Héctor Gómez Hernández, que interpreta que la conferencia puede ser vista "como una llamada a la acción" que brinda la oportunidad de enviar un mensaje sobre "el compromiso de la comunidad internacional con el sistema multilateral".

El encuentro se celebra una década después de la conferencia de Adís Abeba (FFD3), que sirvió para adoptar la Agenda 2030 y los Acuerdos de París (COP 21) y que sentó las bases del actual sistema de financiación al desarrollo.

La primera cumbre FFD fue en 2002, tras la crisis financiera asiática, en Monterrey (México), que culminó con el llamado "Consenso de Monterrey", que planteaba que los países ricos gastaran un 0,7% de su PIB en ayuda al desarrollo. Además, apoyó una iniciativa sobre países pobres muy endeudados que condujo a la inyección de miles de millones de dólares en alivio de la deuda. La segunda se celebró en 2008 en Doha, Catar.

Una necesaria reforma de la estructura financiera

"Miles de millones de personas viven en países que destinan más dinero al pago de los intereses de su deuda que a gastos necesarios para cubrir derechos básicos a la salud y a la educación", recordó Mohammed. Un total de 130 países del sur global están críticamente endeudados, según recoge el último informe publicado por Eurodad, que menciona que 13 países han dejado de pagar su deuda externa desde la crisis de COVID-19, la mayoría africanos o sudamericanos.

Además, la financiación no se reparte como debería. "En África, el 80% de la financiación destinada a energías renovables o empresa innovadoras se concentra en cuatro países [...] y el 90% de la inversión en tecnología agrícola, en tres", subraya a RTVE.es la responsable regional en el Fondo para el Desarrollo del Capital de la ONU en África del Oeste y Central y América Latina y Caribe, Laura Muñoz.

El capital privado no llega a los mercados de la mayoría de países del continente africano porque son demasiado "arriesgados", lo que arroja que algo "no está funcionando como debiera" y que "se deben buscar soluciones", señala. Ese, dice, es el objetivo de esta cumbre. "Más allá de discutir cuántos millones o billones hacen falta para ayudar a los países en desarrollo, la clave está en identificar por qué ocurren estas disfunciones", señala.

Hacia el final del encuentro, los líderes aprobarán formalmente el denominado "Compromiso de Sevilla", un documento de 38 páginas que se negoció en los meses previos y que se cerró el 17 de junio en Nueva York. No se esperan cambios y marcará el camino a seguir en lo que a la financiación para el desarrollo se refiere.

Sin embargo, se trata de un compromiso político, no de un documento vinculante, que no incluye algunas de las grandes demandas de organizaciones y sociedad civil. Entre ellas, una decisión vinculante sobre un proceso de reforma del sistema internacional de cooperación liderado por Naciones Unidas, donde cada país del sur global tiene —como el resto— un voto, algo que no ocurre en instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial (BM).

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Un déficit de cuatro billones para lograr los ODS

La ONU cifra en cuatro billones de dólares el "déficit agravado" anual para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Es decir, que existe una enorme brecha financiera entre lo que se necesita invertir cada año para lograr esa meta en 2030, la fecha prevista, y lo que actualmente se está invirtiendo. "Nos estamos desviando de los ODS de forma dramática", alertó el secretario general de la ONU, António Guterres, en abril, cuando urgió a la comunidad internacional a "acelerar".

El "Compromiso de Sevilla" hace mención a esta brecha que, como subraya el texto, sigue aumentando, sobre todo en los países en desarrollo. Los avances en la consecución del desarrollo sostenible "están seriamente desviados del camino", menciona el acuerdo, que reconoce que "nos estamos quedando sin tiempo" para alcanzar los objetivos marcados "y hacer frente a los efectos adversos del cambio climático".

Por ello, el documento menciona un "marco mundial renovado" y se compromete a apoyar la reforma de la arquitectura financiera internacional para cerrar el déficit de financiación "con urgencia" y que guiará los esfuerzos de los países para "hacer realidad el desarrollo sostenible".

También contempla reformas para ayudar a los países pobres frente a las crisis climáticas, como canjes de deuda, cláusulas de pausa en la deuda por desastres naturales y una exploración de "gravámenes de solidaridad global". Es decir, la posibilidad de gravar actividades altamente contaminantes para financiar el desarrollo sostenible.

EE.UU., el gran ausente

EE.UU. ha comunicado a la ONU su ausencia de la cumbre. Es el único país que no contará con una delegación en Sevilla y cuya firma no estará en el documento final. Washington argumenta que está en desacuerdo con alguno de los temas abordados en el 'Compromiso de Sevilla', como los relacionados con la gestión de la deuda, el comercio internacional o la cuestión de género —el acuerdo habla de "empoderamiento femenino", "perspectiva de género" y de "feminización de la pobreza", entre otras—.

"Es lamentable que un importante Estado miembro salga de la habitación ante asuntos tan importantes para miles de millones de personas", opinó la vicesecretaria general de la ONU, que aseguró que su ausencia no impedirá seguir trabajando con otros Estados y "convencerlos de que ese no es el camino".

"Lo importante es ver el panorama general, lo que podemos hacer, lo que hemos hecho como comunidad internacional para dar un paso adelante", aseguró ante los medios el representante permanente de Zambia ante la ONU, Chola Milambo, sobre la ausencia de Washington.

A su llegada a la Casa Blanca, el presidente de EE.UU., Donald Trump, puso fin a la participación de Estados Unidos en foros internacionales clave, como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y salió del Acuerdo Climático de París. Además, anunció un recorte en sus programas de cooperación internacional del 92% y de casi 60.000 millones de dólares, y desmanteló la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), que prestaba ayuda a más de 100 países en todo el mundo.

A la cumbre sí que asistirán otros líderes mundiales como el presidente francés, Emmanuel Macron; el presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa —presidente del G20 de este año—; o la primera ministra de Barbados, Mia Mottley. Además, estará presente el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el rey Felipe VI.

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