Pódcast 'Diario de Ucrania': tres años del final del asedio a Mariúpol que marcó la guerra
- El periodista Argemino Barro relata en 'Mariúpol, última batalla' cómo resistió la ciudad a los 86 días de asedio
- Guerra Rusia-Ucrania, en directo


El 20 de mayo de 2022, la ciudad de Mariúpol cayó en manos de Rusia después de 86 días de asedio. Casi tres meses de horror para los habitantes que resistieron en una ciudad sin luz, sin gas y sin apenas agua y alimentos y que dejaron imágenes dantescas como el ataque ruso a una maternidad o el bombardeo al teatro de la ciudad en el que se refugiaban cientos de personas.
¿Cómo era la Mariúpol de antes de la invasión? ¿Por qué Rusia la tenía entre ceja y ceja? ¿Qué es el Regimiento Azov y por qué jugó un papel tan importante en la defensa de la ciudad? ¿Cómo consiguieron resistir tantos días? Lo analizamos en este nuevo capítulo del pódcast 'Diario de Ucrania' con Argemino Barro, periodista especializado en Ucrania, corresponsal en Nueva York de El Confidencial, La Sexta y TVGA y autor del libro: 'Mariúpol, última batalla', editado por Siglo XXI.
Una 'ciudad modelo' de Ucrania muy deseada por Rusia
El 24 de febrero de 2022, cuando comenzó la invasión rusa, Mariúpol era una ciudad del sureste del Ucrania que estaba en pleno despegue después de haber conseguido resistir los ataques rusos al inicio de la guerra del Donbás en 2014.
"Como Mariúpol se quedó a 20 kilómetros del frente, el Gobierno ucraniano quería convertirla en una especie de ciudad modelo, porque muchas veces la primera ciudad ucraniana que veían las personas que dejan estas repúblicas títere de Donetsk y Lugansk es Mariúpol e implementaron una serie de políticas beneficiosas. Era una ciudad que estaba despegando", afirma Argemino Barro.
Hay varios factores que explican por qué Mariúpol era uno de los enclaves ucranianos más golosos para Rusia. En primer lugar, su posición geográfica: su conquista permitía a Rusia conectar Crimea con con el Donbás. En segundo lugar, sus activos industriales: albergaba dos de las mayores plantas metalúrgicas de Ucrania: Ilich y Azovstal. Además, había un componente simbólico. "Era una cuestión de honor para los rusos porque en 2014 habían intentado tomar Mariúpol y no lo habían conseguido. Esa espina se había quedado clavada en su honor militar. Además, Mariúpol era el cuartel general de la Brigada Azov que el espantajo con el que la propaganda rusa manipula continuamente en sus comunicaciones para retratar a Ucrania de forma espuria como un régimen nazi", explica Barro.
La vida bajo el asedio
La luz fue lo primero que perdieron los habitantes de Mariúpol cuando comenzó el asedio. Luego empezaron a escasear el agua y los alimentos. Las mujeres fueron las que asumieron el mando de los sótanos y los refugios. "Ellas organizan las vituallas, la comida, el agua. Cuando el agua empieza a escasear, los hombres salen de los refugios para buscar entre los escombros de los supermercados bombardeados o en las casas abandonadas. Los niños intentan sobrevivir a ese escenario escribiendo diarios, pintando dibujos... Una de las entrevistadas me contó que los que había en su refugio maduraron de golpe y dejaron de comportarse como niños", añade.
En 'Mariúpol, última batalla', Barro cuenta también cómo este tipo de situaciones hacen que aflore lo mejor y lo peor del ser humano. "Hay gente que se vuelve muy activa y empieza a hacer una especie de terapia ocupacional cocinando, ayudando, organizando. Hay otros que se quieren meter en una especie de agujero y desaparecen, en un estado casi catatónico. Se envuelven en mantas y se quedan en una esquina. Hay personas que se vuelcan en ayudar a los demás y hay personas que empiezan a atracar las tiendas porque cuando se fue la luz, las alarmas no funcionaban".
Si Mariúpol resistió un asedio tan duro durante 86 días fue gracias al Regimiento Azov, que se atrincheró en la acería Azovstal y consiguió mantener ocupadas a las tropas rusas durante casi tres meses. "La unidad se crea en 2014 con miembros de extrema derecha durante las protestas del Maidán", dice Barro, que en su libro explica que esos lazos del Batallón Azov, ahora Regimiento, siguen existiendo, pese a que el Gobierno ucraniano asegura que ha habido una purga de los componentes que simpatizaban con la ideología nazi.
El destino trágico de Mariúpol
Hay una frase en el libro de Barro que resumen muy bien la historia de Mariúpol. "Los habitantes de Mariúpol y del resto del Donbás describen sus vivencias con la cautela de quienes han construido su casa encima de una falla tectónica, una corteza política fracturada que cada pocas generaciones experimenta un terrible seísmo", escribe. Además, relata cómo la ciudad sufrió el Gran Terror de Stalin, la hambruna forzada por la colectivización estalinista, la ocupación nazi o las deportaciones durante el restablecimiento del poder soviético.
El paso atrás que ha supuesto la guerra es que muchas personas habían pasado página. Se abrían hoteles, negocios, se construían carreteras y la gente pensaba que por fin habían ingresado en el mundo de paz y prosperidad de Occidente. "Y ahora, muchos se han resignado a pensar que no hay salida, que viven en esa falla tectónica de apetitos imperialistas y de identitarismo", lamenta Barro.