El "Dios de las sorpresas" se aparece en San Pedro
- Orgullo latino y asombro en la plaza ante la elección de Prevost, en la segunda fila de las quinielas
- Los peruanos presentes en San Pedro sienten "la piel de gallina" tras escuchar al nuevo papa hablar español
- Sigue la última hora de la fumata blanca y la elección del nuevo papa


"¿Quién?". Ha sido la pregunta más repetida en la plaza de San Pedro los primeros minutos tras conocerse el nombre del nuevo papa. Robert Francis Prevost estaba en las quinielas, pero en segunda fila, y pocos de los que abarrotaban la plaza conocían quién era el cardenal medio estadounidense medio peruano que asume el liderazgo del catolicismo bajo el nombre de León XIV.
La elección de este pontífice supone una sorpresa más del "Dios de las sorpresas", asegura citando al difunto papa Francisco el sacerdote y académico estadounidense Christian Saenz, que ha vivido este "momento histórico" en la plaza. "Ha sido totalmente sorprendente, uno como americano está resignado a que nunca va a haber un papa de nuestro país, y mira, aquí estamos".
Prevost representa además la "conexión panamericana", al haber pasado gran parte de su vida en Perú, señala este profesor de Historia de la Iglesia en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, de origen latinoamericano.
Un discurso en español, sorpresa entre las sorpresas
Si la misma elección de este misionero ha sido sorprendente, más aún lo ha sido que pronunciara parte de su discurso en español. Prevost, nacido en Chicago, no ha hablado en inglés, y, en cambio, se ha dirigido a la diócesis de Chiclayo, donde es obispo.
Este ha sido probablemente la parte de su discurso que más aplausos ha levantado, después, claro está, de la mención a Francisco.
Ángel Inca, joven que grita Perú a los cuatro vientos —ataviado con bandera del país y camiseta de la selección nacional—, ha sentido "la piel de gallina" en ese momento. Chiclayo es la tierra de su familia, la conocida como "ciudad de la eterna primavera", con mucho sol y muy buen ceviche, presume.
¿Tenía una premonición de que podría ser él el nuevo papa? "Dentro de nuestros corazones había la pequeña posibilidad de que fuera elegido", confiesa. Esperan que siga el trabajo de Francisco, otro papa americano, en un momento "tan difícil" para el continente y para el mundo.
Andrés y Ángel Inca, dos hermanos de Perú, orgullosos con la elección del nuevo papa Á. CABALLERO
Un papa "muy cercano a su pueblo"
Ever, también peruano, lo veía ya antes como un candidato papable. "Fue creciendo en las quinielas con el paso de los días". Él proviene de una ciudad cercana a Chiclayo, y lo ha conocido personalmente en una ocasión, así como a través de amigos.
"Es una persona muy cercana a su pueblo, aquí en Roma ha participado en actos con la comunidad latinoamericana". En la plaza, con muchos asistentes latinos, se ha sentido al papa inmediatamente como uno de los suyos, a pesar del origen norteamericano de León XIV.
De hecho, Ever se barrunta que para los estadounidenses haya sido "incómodo que no haya hablado en inglés".
"Rezo porque Trump no le conozca"
De Estados Unidos es Anne, una anciana católica que no quería perderse este momento "que no se puede describir con palabras". "Pensaba que nunca viviría esto en mi vida", asegura.
Reconoce que siente cierto "orgullo" por ver a un papa de su país, pero insiste una y otra vez que el papa "es de todos", no "un papa americano".
Surge, inevitablemente, la pregunta de qué reacción tendrá Donald Trump ante esta elección, una vez que el presidente estadounidense bromeara con la posibilidad de ser elegido él papa. "Espero que Trump no lo conozca, rezo por ello", dice, y advierte: "¡Ahora saldrá a decir que son mejores amigos!".
Efectivamente, Trump ha reaccionado, aunque no ha dicho que fueran mejores amigos. En un mensaje en su red social, ha celebrado como "un honor" el hecho de que sea estadounidense.
"Me imaginaba que sería un papa norteamericano por una cuestión de política global", apunta Giovanni, italiano. "En sus primeras palabras ha insistido en la paz, lo que puede levantar ampollas en la política americana y hacer que se enfrente con Trump", ha vaticinado. Este romano, por cierto, no es el primer cónclave que sigue en la plaza, sino el tercero, tras el de Benedicto XVI en 2005 y el de Francisco en 2013. La diferencia con aquellos es que ahora hay "mucha más gente". Por no hablar de los móviles, omnipresentes en esta elección, mucho más que en aquellas dos.
Otra sorpresa: la rapidez de la elección
Además del nombre, ha causado sorpresa la hora de la elección. Había una votación que se preveía que acabara a las 17:30 y otra a las 19:00. Al retrasarse la hora de la primera, en San Pedro se ha asumido que esta no tendría como resultado la elección del papa y que sería la segunda votación la que permitiría saber si había fumata, de un color u otro.
Por ello, a muchos la fumata blanca, que ha empezado a salir a las 18:07, les ha pillado en un descanso, sin mirar a la chimenea. ¿Qué estaban haciendo los que se han perdido el humo? "Yendo a comprar postales", dice Emmanuel, un turista francés. "Volviendo de comprar un rosario, he tenido que venir corriendo", apunta Susana, guatemalteca. "Comiéndonos un helado", dice Laura, una adolescente española.
Los gritos y aplausos que han resonado en toda la plaza les han advertido, en cualquier caso. A Giulia y sus amigos le ha sorprendido tomando unas cervezas y unos spritz. La fumata "es un plan de tarde más si vives en Roma", decía justo antes de ver que era blanca. "¡Nadie la esperaba tan pronto!", ha exclamado.
El hecho de que hubiera más cardenales que nunca, 133, y que la gran mayoría no se conocieran entre ellos, había hecho prever que el cónclave fuera largo. Algunos purpurados, en las reuniones previas, apuntaban al viernes como día probable de elección, un pronóstico compartido por expertos vaticanistas. A ello se sumaba, además, el largo retraso de la primera fumata el miércoles.
Finalmente, el papa ha sido elegido en la tarde del segundo día, como sus antecesores Francisco y Benedicto XVI. En los minutos posteriores a la fumata, la plaza, que se encontraba relativamente vacía —nada que ver con el miércoles—, se ha abarrotado con gente venida de toda Roma para ver el "habemus papam", que se ha hecho esperar más de una hora. Carreras y tropezones incluidos por no perderse un momento que muy pocos verán más de una vez en la vida. Salvo si se es romano, claro.