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La Iglesia aguarda a un nuevo papa: estos han sido los 266 anteriores

  • El 5% de los papas ha tenido un pontificado de más de 20 años, mientras que 47 no llegaron a un año
  • Los papas han tomado 81 nombres diferentes; los más repetidos, Juan, Gregorio y Benedicto

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Medallones con retratos de los últimos papas de la Iglesia católica
Desde San Pedro hasta Francisco, ha habido 266 papas en la Iglesia católica. RTVE.es / VATICANO

En sus casi dos milenios de existencia, la Iglesia católica ha estado dirigida por 266 papas. O lo que es lo mismo, desde que, según la tradición cristiana, Jesús encomendó a su discípulo Simón -llamado Pedro- la labor de sucesión apostólica y el liderazgo de los apóstoles, lo que la Iglesia interpreta como el inicio del papado, 265 hombres han continuado su papel como cabeza de la Iglesia.

En la siguiente tabla se recopila el nombre y pontificado de todos los papas de la Iglesia, desde el siglo I hasta la muerte del papa Francisco en 2025.

El papa más joven y el más viejo

Según estos datos, el papa más joven fue Juan XI, que tenía 20 años cuando fue elegido papa en el año 931 —aupado por su madre, la noble Marozia, que gobernaba de facto Roma— y murió como pontífice cuatro años más tarde. Otros como Inocencio I, Gregorio V y Benedicto IX se convirtieron también en papas con menos de 25 años.

Y el papa de mayor edad habría sido Agatón, de origen siciliano, del que se dice que fue elegido con más de 100 años de edad y que ocuparía la silla de Pedro durante otros tres (678-681). Fue, lógicamente, el papa más viejo en ocupar el cargo al momento de su muerte. Entre los más longevos destacan asimismo León XIII (1878-1903), quien falleció a los 93 años, y Francisco, a los 88.

Sin llegar a esas cifras, 23 papas fueron elegidos con 75 o más años cumplidos, y los dos últimos pontífices, Benedicto XVI (78) y Francisco (76) se encuentran entre ellos. De media, estos papas ancianos tuvieron un pontificado de 5,2 años. Los cardenales Ratzinger y Bergoglio, beneficiados de la mayor esperanza de vida del siglo XXI, permanecieron ocho y 12 años al frente de la Iglesia, respectivamente. Desde 1730, cuando fue elegido Clemente XII con 78 años, solo ellos dos y Juan XXIII (76 años) superaban los tres cuartos de siglo de edad al convertirse en papa.

Ocho de cada diez papas han sido romanos o italianos

Durante casi dos mil años, la figura del papa ha estado íntimamente ligada a Roma, no sólo como sede del poder eclesiástico, sino como centro político en el ir y venir de imperios en Europa. No es casualidad que la gran mayoría de los 266 pontífices (213, el 80% del total) hayan sido italianos, muchos de ellos nacidos en la misma Roma o en sus alrededores. En toda la historia de la Iglesia, solo ha habido 12 papas no nacidos en Europa.

En los primeros siglos del cristianismo, hubo varios papas que no nacieron en lo que hoy es Italia. Gregorio III (731-741), de origen sirio, fue el último papa no europeo hasta el siglo XXI, un período en el que la hegemonía italiana en la silla de San Pedro se mantuvo prácticamente intacta.

Fue en 1978, con Juan Pablo II, nacido en Wadowice (Polonia), cuando se rompió la continuidad de papas italianos por primera vez en más de 450 años, desde el breve pontificado de Adriano VI (1522-1523), quien era de origen neerlandés. La elección del papa polaco marcó una apertura hacia una Iglesia verdaderamente global, continuada con Benedicto XVI (alemán) y Francisco (argentino), lo que acercó a la Iglesia a la diversidad del mundo actual.

Papas españoles

En todo este tiempo, solo ha habido dos papas españoles: Calixto III y Alejandro VI, los papas 209 y 214 de la Iglesia católica, ambos miembros de la influyente familia Borja, originaria del Reino de Valencia. Calixto III, nacido Alfonso de Borja, fue elegido en 1455 y centró su breve pontificado (hasta 1458) en promover una cruzada contra los otomanos y en rehabilitar la figura de Juana de Arco. Su elección marcó el inicio del poder político de los Borgia en Roma.

Décadas más tarde, su sobrino Rodrigo de Borja ascendió al trono papal como Alejandro VI (1492-1503). Su pontificado, envuelto en escándalos de nepotismo y luchas de poder, es uno de los más controvertidos del Renacimiento. A pesar de su mala reputación, dejó huella en la diplomacia vaticana y en la política internacional, como demuestra su papel en el reparto del Nuevo Mundo entre España y Portugal.

Cuánto tiempo ha durado el pontificado de los papas

La duración media del pontificado de un papa a lo largo de la historia ha sido de 7,3 años (2.665 días), aunque con grandes diferencias, con papas que han estado al frente de la Iglesia durante tres décadas y otros que apenas duraron unos días. Por haber una distribución tan irregular, puede ser más apropiado fijarse en la mediana, que informa de que el mandato de un papa está en torno a los 5,8 años (2.137 días).

Entre los pontificados más largos, destaca el del propio San Pedro (35 años), o en tiempos más actuales, el de Pío IX (31 años en la Santa Sede entre 1846 y 1878, siendo testigo de la desaparición definitiva de los Estados Pontificios y, con ello, del poder territorial del papado. El tercer pontificado más largo de la historia fue el de Juan Pablo II (casi 27 años completos, de 1978 a 2005). En total, 13 papas (el 5% del total) superaron los 20 años como sumo pontífice.

Por el contrario, el pontificado más breve fue el de Urbano VII (1590), el papa número 228 de la Iglesia católica, que solamente duró 12 días, entre el 15 y el 27 de septiembre, ya que murió a causa de la malaria. Los siguientes más efímeros fueron Bonifacio VI (896), que duró 16 días porque murió de gota; y Celestino IV, que fue elegido en 1241 por cardenales que fueron literalmente encerrados por el emperador Federico II, que en esas fechas sitiaba Roma. Tan sólo fue papa 17 días, antes de expirar a causa de las duras condiciones del encierro, que duró dos meses y en el que murieron otros dos cardenales.

En conjunto, ha habido nueve papas que lo han sido por menos de un mes en la historia de la Iglesia, y 47 (el 18%) han durado menos de un año. El último precedente fue el de Juan Pablo I, que murió en 1978 a los 33 días de ser elegido papa a causa de un infarto, aunque su fallecimiento alimentó diversas teorías de la conspiración.

Pontificados más estables tras siglos convulsos

El año 1978 fue el último "año de los tres papas" de la historia, un fenómeno que la Iglesia ha vivido más de una docena de veces. Incluso hubo un año, 1276, en el que se sucedieron cuatro papas: Gregorio X, Inocencio V, Adriano V y Juan XXI.

Distribuidos los pontificados a lo largo y ancho de los siglos, el siguiente gráfico muestra cómo a partir de la Edad Contemporánea la Santa Sede recuperó la estabilidad. En el siglo XX hubo ocho papas, lo que contrasta con la veintena que llegó a superarse en varios siglos de la Edad Media. Dicho de otra manera, hasta el año 1600 se habían sucedido 231 pontífices romanos, mientras que en los 425 años siguientes, solo ha habido 35. Transcurrida ya la cuarta parte del siglo XXI, el mundo ha conocido tres papas (Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco), de los cuales solo los dos últimos iniciaron su pontificado en esta centuria.

Pero el papado ha sido muy diferente en el transcurso de los siglos. Y, sobre todo, la concepción de esta institución como un poder temporal, una monarquía más entre los imperios que se han sucedido en Europa, hizo que entre los siglos VII y XIII la Iglesia tuviese muchos papas en poco tiempo. Reyes y emperadores —desde Bizancio hasta el Imperio Germánico—, así como poderosas familias, intentaban controlar quién se convertía en papa para defender sus propios intereses o manipulaban el papado para ganar poder. Esto provocaba disputas, cambios forzados y una sucesión inestable de pontífices.

Uno de los casos más extremos sería el de Benedicto IX, un personaje nada ejemplar, cuya familia compró la silla pontificia para él en el siglo XI. Fue expulsado 12 años después; volvió echando a su vez al papa vigente; acto seguido, vendió el papado para casarse con su prima. Dos años más tarde atacó Roma para ser elegido por tercera vez, y terminó expulsado tras un cruento enfrentamiento con una familia enemiga de la suya, y excomulgado. En resumen, Benedicto IX fue papa tres veces (1032-1044, 1045 y 1047-1048), de modo que fue el pontífice 145º, 147º y 150º de la Iglesia.

Los nombres de papa más frecuentes

Precisamente, el caso de Benedicto IX hace que, aunque haya habido 266 papas, en realidad han sido 264 los hombres que se han convertido en pontífice bajo diferentes nombres.

En dos mil años de historia de la Iglesia, ha habido 21 papas llamados Juan, un nombre muy popular en Europa durante siglos y en diferentes idiomas. Su tradición papal empezó en el siglo VI, vinculado con las figuras de San Juan Evangelista y San Juan Bautista, último profeta antes de la llegada del Mesías y, por tanto, precursor de Cristo. A continuación, ha habido 16 Gregorios, 15 Benedictos (Benedicto X fue un antipapa), 14 Clementes, 13 papas llamados León, 13 Inocencios y 12 que tomaron como nombre Pío.

En total, los papas han elegido 81 nombres diferentes, de los cuales 44 solo se han usado una vez. En la siguiente tabla, se puede consultar la lista onomástica de los 266 papas de la Iglesia.

Y efectivamente, aunque el último Juan fue Juan XXIII, en realidad solo ha habido 21 papas Juan. ¿Cuál es la razón? En pocas palabras, nunca hubo un auténtico Juan XVI y el vigésimo Juan se lo saltaron por error. Juan XVI existió, pero fue un antipapa, es decir, un papa elegido en oposición al papa legítimo, al terminar el siglo X (997-998), apoyado por un emperador bizantino. Considerado un papa ilegítimo, no se incluye en la numeración oficial.

Y en 1276, el papa que escogió para sí el nombre de Juan XXI (un portugués cuyo nombre secular era Pedro Julião) pensó que había habido 20 papas con el nombre de Juan antes que él, pero sólo hubo 19, así que se saltó el número XX por error. Estos errores se arrastraron durante siglos y, por respeto a la numeración ya establecida, no se han corregido. Por eso, aunque parezca que "faltan" papas, lo cierto es que la numeración continuó sin ellos.

El mensaje detrás del nombre de un papa

La tradición de que los papas adopten un nuevo nombre al ser elegidos comenzó en el año 533, con el papa Juan II. Su nombre de nacimiento era Mercurio, y lo cambió porque llevar el nombre de un dios pagano le parecía inapropiado para un pontífice cristiano. A partir de entonces, la práctica se fue haciendo más común, aunque no se volvió norma de inmediato.

Fue a partir del siglo X, con Gregorio V, cuando se consolidó y todos los papas comenzaron a elegir un nuevo nombre al asumir el cargo, como símbolo de una nueva misión espiritual y de continuidad con pontífices anteriores que admiraban o querían honrar. De esta manera, la elección del nombre se convierte en el primer acto y mensaje del nuevo pontífice.

Así, Benedicto XVI eligió su nombre en honor a Benedicto XV, conocido por su labor por la paz durante la Primera Guerra Mundial, y por san Benito de Nursia, considerado el iniciador de la vida monástica occidental. El ejemplo fue también lo que movió a Jorge Mario Bergoglio a adoptar el nombre de Francisco, el primer papa llamado así, inspirado en San Francisco de Asís, símbolo de humildad y cuidado de los pobres y la creación. Juan Pablo I (1978) eligió su nombre para honrar al mismo tiempo a Juan XXIII (quien convocó el Concilio Vaticano II) y a Pablo VI (quien lo llevó a término). Fue el primer papa de la historia en elegir un nombre compuesto, lo que continuó su sucesor, Juan Pablo II.

También se han evitado hasta ahora algunos nombres, por asociación con papas polémicos del pasado o por respeto. Ningún papa quiso adoptar el nombre de Pedro, para no equipararse al principal apóstol y primer papa, aunque sí ha habido seis Pablos. Por supuesto, no ha habido ningún Jesús, pero tampoco ningún José.

Ha habido 15 Gregorios que sucedieron a Gregorio I Magno, que fue papa y es uno de los doctores y padres de la Iglesia, pero ningún Agustín, Ambrosio o Jerónimo, probablemente porque ningún pontífice quiso compararse con estas figuras inmensas de la cristiandad. En cuanto a evangelistas, ha habido muchos Juanes y un Marcos, pero ningún Lucas y ningún Mateo, pese a que este, como Juan, fue evangelista y uno de los doce apóstoles de Jesús.

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