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Más de 3.500 activistas han viajado a la capital de Egipto para unirse a la Marcha Global a Gaza, un movimiento que pretende avanzar hasta la frontera con Rafah y acampar 72 horas, con el fin de ejercer presión para romper el bloqueo de la Franja, y exigir la apertura de un corredor humanitario independiente.

Las autoridades egipcias han deportado este jueves a más de 200 participantes nada más llegar a El Cairo. Y este viernes han retenido temporalmente los pasaportes de los participantes, y han denegado su avance a través del checkpoint de Ismailía. La marcha tenía previsto viajar este sábado hasta El Arish, donde los asistentes caminarían 38 kilómetros hasta llegar a Rafah y acampar tres días, pero hasta el momento no les es posible avanzar.

Un día previo a la llegada de los activistas al país, Egipto aseguró la necesidad de "obtener una aprobación previa". La organización de la marcha aseguran estar "plenamente comprometidos con la coordinación con las autoridades egipcias" para garantizar "el pleno cumplimiento de la legalidad". Del mismo modo, indican que los participantes permanecerán en un campamento a las afueras de El Cairo, "continuando con los preparativos de una acción histórica y pacífica".

Uno de los organizadores de la marcha, Saif Abukeshek, señala que esta surge por "el fracaso de los gobiernos en parar un genocidio, y que el bloqueo a Gaza no se romperá sin la movilización popular". Desde España han asistido 280 personas, entre ellos José Manuel Maroto, profesor de historia contemporánea procedente de Granada, quien decidió viajar a Egipto para mostrar su apoyo al pueblo palestino.

Tras el intento de la Flotilla de llegar a Gaza y romper el bloqueo israelí a la entrada de ayuda humanitaria, activistas de más de 50 países han convocado, para este viernes, una marcha global desde la ciudad portuaria de Al-Arish, en Egipto, hasta el cruce de Ráfah, puerta de entrada sur a la Franja. El objetivo es presionar al Gobierno israelí para que permita la entrada de camiones con alimentos y bienes de primera necesidad en Palestina. Sobre este movimiento, en el informativo '24 Horas de RNE' hablamos con Melisa Pérez, integrante de la delegación vasca de la Marcha a Gaza.

"He sido una de las personas detenidas", explica Pérez sobre la situación que se encontró al llegar a la capital de Egipto, y añade: "Muchos compañeros han sido retenidos, identificados y reportados en el aeropuerto".Pese a que las autoridades egipcias no permiten esta marcha, la integrante vasca de la Marcha a Gaza insiste en que "hemos llegado hasta aquí con un objetivo, que es romper el bloqueo", y por último expone: "Seguiremos denunciando el genocidio y exigimos a nuestros gobiernos que rompan todo tipo de relaciones con Israel".

Los titiriteros llevan las marionetas a través de República Democrática del Congo, Nigeria, Senegal y Marruecos para crear conciencia sobre el cambio climático a través de actos culturales y artísticos

Por primera vez en tres décadas, la fiesta del cordero en Marruecos se celebra sin el sacrificio del animal. El rey, Mohamed VI, la ha cancelado por la falta de ganado a causa de seis años de sequía. El año pasado, para esta fiesta se importaron 800.000 corderos de España. La otra razón de la suspensión son los altos precios, inasumibles para muchas familias.

Foto: JALAL MORCHIDI/EFE/EPA — Una carnicería cerca de Rabat, Marruecos

Etiopía perdió su salida al mar Rojo cuando en 1993 su hasta entonces provincia, Eritrea, proclamó su independencia con el respaldo internacional. Desde entonces ha buscado una salida permanente al golfo de Adén mientras exporta sus mercancías desde los puertos de Yibuti a un coste muy alto. Por ello el presidente etíope negoció el año pasado una salida al mar, en este caso por Somalilandia, algo que provocó el rechazo unánime. Somalilandia se independizó de Somalia en 1991, pero no ha sido reconocida como Estado por ningún país y Somalia sigue considerandándola como territorio propio. Tras muchas conversaciones Etiopía no siguió adelante con el acuerdo y actualmente está en conversaciones con el gobierno somalí para establecer una base naval y comercial en su costa de forma permanente. Las negociaciones están en marcha, pero cualquier movimiento en falso puede desestabilizar una región en la que hay muchos intereses encontrados.

La visita del presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, a Washington el miércoles arrancó con tensión y terminó en escándalo. Su homólogo estadounidense, Donald Trump, ya le había retirado la ayuda humanitaria a Sudáfrica, expulsado a su embajador y acusado al país de cometer un "genocidio" contra granjeros afrikáners, descendientes de europeos blancos. Durante el encuentro, Trump mandó apagar las luces en el Despacho Oval y proyectó un video con cánticos que clamaban por "matar a los granjeros" como prueba.

Ramaphosa, visiblemente incómodo, rechazó la narrativa y aseguró que su Gobierno no respaldaba esos mensajes. Además, subrayó que la mayoría de las víctimas de crímenes en Sudáfrica se cometen contra y por personas negras. Para suavizar el encuentro, llevó consigo a empresarios y golfistas blancos que insistieron en que los datos policiales no respaldaban la tesis del genocidio blanco.

Trump también invitó al magnate estadounidense, Elon Musk, crítico habitual de Sudáfrica, quien cerró la jornada con un comunicado oficial: “Trump tiene razón y acaba de demostrarlo con el video".

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