Un año de presión con la meta en selectividad: "El primer café que tomé en mi vida fue por la EBAU"
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"Yo nunca he tomado café, el primero que tomé en mi vida fue por la EBAU. No tomamos bebidas energéticas en ningún momento del año porque tampoco son buenas pero en mayo es la excepción". Julián, a punto de terminar el grado en Psicología, ve justificada la presión que supone dedicarse en exclusiva durante un curso entero a las Pruebas de Acceso a la Universidad —PAU, antes llamada EBAU—, al tratarse de "una decisión que marca el resto de tu vida". Lo malo es, añade, que "no todos logran acceder a la carrera que quieren". En su caso, no alcanzó la nota de acceso para entrar en una universidad pública y se fue a la privada "sin tener con qué pagarla", por lo que tuvo que compaginar la carrera con "cualquier trabajo que fuera compatible con las clases".
Entre los universitarios hay alumnos de 2º de bachillerato que estos días llenan también las bibliotecas públicas que abren las 24 horas, como la Elena Fortún de Madrid, para facilitar el estudio. Volcados en la preparación de unos exámenes que creen que pueden condicionar toda su vida, buscan un entorno sin distracciones para estudiar, y socializar con amigos. Por estas fechas, a poco más de dos semanas para la selectividad, casi a cualquier hora se puede ver a algún estudiante.
El 2º curso de bachillerato se ha convertido para los alumnos en una preparación constante para los exámenes de la selectividad. Terminados los exámenes de la evaluación final, Carmen llega a la biblioteca para organizarse en estos días previos a la PAU. Planea seguir haciendo exámenes de otros años para autoevaluarse y dejar la última semana de repaso. "Como llevamos haciendo lo mismo todo el curso pues ya te sabes casi todo, solamente te falta algún tema", afirma esta estudiante de 17 años. Es "demasiada presión", asegura sobre estos últimos meses, porque "te estás jugando todo a un examen".
Desde que empieza el curso están sometidos a los exámenes modelo de la EBAU. En la primera evaluación ya se utilizan los modelos de la selectividad, explica Laura, profesora de bachillerato que imparte Historia de España y Geografía en un instituto de Leganés. Los últimos parciales de cada trimestre se hacen "igual que si hicieran la EBAU en ese momento", con el mismo formato, comprimidos en cuatro días, la misma duración y descansos entre exámenes.
Además, el modelo de EBAU ha cambiado tras la pandemia y se ha endurecido con una menor optatividad. Antes era posible dejar una parte y sacar un 10, pero ahora se necesita estudiar más temario.
Las clases se interrumpen durante la semana que hacen el simulacro de la EBAU y de esta forma, según asegura Laura, se logra que los alumnos no falten a las asignaturas para quedarse estudiando. La parte positiva de estos exámenes con el mismo formato que la selectividad es que ayudan a controlar la asistencia y que sea "más eficaz desde el punto de vista de las clases".
Con una espada de Damocles todo el curso
La presión por la nota de corte se convierte en una espada de Damocles sobre las cabezas de los estudiantes. De la nota media que obtengan en la etapa de bachillerato depende un 60% de la nota final de la PAU y los exámenes de la PAU aportan el 40% restante de la calificación. Esto implica que aun "teniendo bien las notas de bachillerato no vas a ninguna parte, tienes que hacer bien la EBAU y también las optativas", afirma Carmen a las puertas de la biblioteca.
Ese estrés por la necesidad de llegar a la nota de corte la viven sobre todo los alumnos que como Carmen, saben qué grado quieren estudiar. En su caso quiere hacer Administración y Dirección de Empresas y la nota de acceso no es "muy alta", 9 sobre 14, gracias a que la quiere hacerla en inglés y al no tener tanta demanda es más baja, pero todo cambia en otras carreras como Medicina, donde se eleva por encima de 13.
El nivel de exigencia de 2º de bachillerato ha convertido a algunos alumnos en grandes expertos de la organización, siguen de manera eficaz las recomendaciones de los expertos y preparan incluso un calendario de estudio de cara a estas últimas semanas previas a la selectividad. Es el caso de Aitana, de 17 años, que admite que cuesta un poco seguirlo y que tendrá que "apretar" si quiere llegar al 11,7 que piden en la pública para hacer Enfermería, pero cree que lo puede lograr. Confía en que haber hecho evaluaciones con el mismo formato les va a ayudar a afrontar la PAU.
Cristina, de 18 años, tiene que alcanzar un mínimo de 10 en la PAU para poder entrar en Psicología. A punto de entrar junto con sus amigas Aitana y Zoe en la biblioteca Miguel Hernández de Madrid, afirma que este último curso han dado "mucho contenido en poco tiempo". Y que ella trabaja mejor "bajo presión", no ha llegado a sufrir ansiedad o depresión, "ni un extremo ni el otro". Solo para algunos exámenes se ha quedado a estudiar de noche y ha tomado café.
"Nos acostumbran para que luego la EBAU no sea algo raro, entonces yo lo veo normal", afirma Zoe, que se siente aún "muy relajada" y cree que no empezará a notar la presión hasta la semana que viene. En su caso la nota de corte no está tan presente porque aún no tiene claro lo que quiere estudiar, aunque baraja Bioquímica y Biotecnología con notas de corte de 12,3 y 13,9.
El formato de los exámenes es otro reto para quienes se enfrentan a la selectividad: en solo tres o cuatro días se concentran hasta nueve pruebas, con una duración de 90 minutos cada una y un descanso de media hora entre ellas.
Ignacio tiene 20 años y estudia Ingeniería Eléctrica en la Politécnica de Madrid. En un descanso a las puertas de la biblioteca, aboga por una distribución más espaciada de los exámenes, con un examen de una asignatura obligatoria por la mañana y otro de una asignatura no tan densa como una optativa, por la tarde.
Se tardaría más, pero cree seguro que así podrían sacar una "mejor nota", afirma este universitario que no consiguió acceder a la carrera que deseaba pero sí entrar en la universidad y espera poder cambiarse de grado. Los exámenes "son muy seguidos", asegura, y en la media hora de descanso entre uno y otro estás "de los nervios" porque no sabes qué va a pasar.
La salud mental se resiente: "No he conseguido lo que me proponía"
En general, la salud mental es un problema en estos momentos en toda la etapa de educación secundaria. Como profesora de bachillerato, Laura ve cómo tienen que abrir protocolos por riesgo de suicidio, o por autolesiones. A esta situación de "presión" psicológica contribuyen los móviles, las redes sociales y la sociedad en general y en segundo de bachillerato, sobre todo al final de curso hay más presión para lograr sacar en la PAU la nota que, en teoría, permitirá hacer realidad un sueño.
"Son situaciones que generan muchísima angustia porque sienten la presión desde que están en primero de bachiller", denuncia la presidenta de la Federación de la Comunidad de Madrid de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado FAPA Francisco Giner de los Ríos, Mari Carmen Morillos. Algunos casos de "muchísimo estrés", asegura, pueden llevar incluso al abandono educativo, y recuerda cómo un estudiante, por el nerviosismo que le supuso esta preparación, se quedó sin pelo.
Durante el curso "tienen la idea de que van a poder", afirma Laura desde su experiencia como docente, pero cuando les dan las notas muchas veces se quedan con la sensación de que no han conseguido lo que se proponían y la nota de acceso es tan alta que aunque se han esforzado todo lo que podían, finalmente no lo logran.
Las elevadas notas de corte por la mayor demanda de algunas carreras, sobre todo en la rama de Ciencias, hacen que para muchos alumnos entrar en la universidad se convierta casi en una utopía. Las notas de corte se dispararon con el modelo EBAU de la pandemia porque "había mucha opcionalidad y era más fácil lograr una nota alta", a lo que se suma, según cree la docente, que los centros privados y concertados inflan mucho las calificaciones de bachiller.
Entre los estudiantes consultados por RTVE hay una queja unánime: que los exámenes sean distintos en función del distrito universitario en el que se enfrentan a la selectividad. Así se lo han trasladado a Laura sus alumnos, que se quejan de que el modelo de EBAU sea diferente según en qué comunidad autónoma se examinen: "Piensan que en Madrid es más complicado y al final las plazas de la universidad son para todos".
Julián, a punto de finalizar el trabajo de fin de grado de Psicología, cree que se debería estandarizar el examen porque la "diferencia de la exigencia académica en la EBAU entre unas comunidades y otras es muy importante". Gente muy bien preparada se enfrenta a una prueba "con una exigencia de altura" pero compite con otros "a lo mejor con más recursos y menos exigencia", se queja.
Pablo, que estudia una Ingeniería Informática y ADE en la Universidad de Alcalá, también piensa que un examen igual para todos sería lo más justo, porque al final los alumnos que alcanzan la nota de corte pueden elegir entre todas las universidades del país.
Sin embargo, aunque tener una misma prueba en toda España sería "lo ideal", apunta Laura, el sistema educativo es diferente en cada comunidad autónoma, con contenidos muy distintos e incluso el modelo de oposición para los profesores cambia.
En esa tarea de avanzar a una selectividad más común para 2026, los 17 distritos universitarios han pactado precisamente esta semana una prueba de acceso a la universidad (PAU) más común para 2026 en cuanto a la estructura de los exámenes, las materias a examinar o los criterios de corrección en la Comisión de Asuntos Estudiantiles de la Conferencia de Rectores y Rectoras de las Universidades Españolas (CRUE).
"Yo siempre les digo que tienen que tener un plan B. A lo mejor esa idea que ellos tienen de quiero hacer Medicina o quiero hacer Biotecnología está muy bien pero si no le sale la nota no pasa nada por perder un año. Ellos lo ven ahora como algo muy traumático pero un año al final en nuestra vida laboral al final no es nada", explica desde su experiencia como docente.
La sociedad es cada vez más competitiva, existe una presión social, el miedo al presentarse y "pensar que si no lo haces, has fracasado", señala la presidenta de la FAPA Giner de los Ríos. Los profesionales han advertido a esta federación de asociaciones de padres y madres del alumnado de que la presión y dureza en segundo de bachillerato llega a ser superior incluso a la que tienen después en el primer curso de la carrera. Por eso, ofrecen charlas a las familias sobre gestión emocional para afrontar el estrés que supone presentarse a esta prueba de la PAU.
Con todo, a pesar de la tensión que supone la preparación de la PAU en 2º de bachillerato, una gran mayoría de los alumnos que se presentan a la selectividad la superan. Los datos confirman que los estudiantes que van a hacer las pruebas de acceso a la universidad no tienen por qué vivir este año como un juicio final a toda su trayectoria de estudiantes. El secretario de Estado de Universidades, Francisco González, ha avanzado en la Conferencia de Rectores que estos días se celebra en Madrid, que en el curso 2024-2025 se matricularon para presentarse a la PAU más de 341.000 alumnos, de los que finamente se examinaron el 96% y aprobaron el 90,2%.
Cómo afrontar las últimas semanas y el día del examen
El resultado de un examen no depende solo del estudio sino también de cómo se afronta. En estas últimas semanas estas serían las recomendaciones del presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Pedagogos y Psicopedagogos de España, Enrique Castillejo:
- Calendario con autoevaluación. Lo primero es tener un calendario de estudio con una evaluación diaria de lo que está haciendo. Sería suficiente con escribir diez preguntas antes de estudiar, cinco más largas y cinco de respuesta rápida, para comprobar después el rendimiento.
- Distintos materiales. Tener al alcance distintos materiales de estudio permite que sea más eficaz. No es lo mismo unos apuntes que al final son resúmenes, que otros textos más largos del libro. Los esquemas y mapas mentales permiten establecer de un vistazo el marco contextual de lo que se está estudiando y repasar con "mucha más eficacia".
- Descansar lo necesario y no ser demasiado ambicioso. Hay que ser consciente de cuánto se puede hacer al día y sobre todo establecer los descansos precisos. Está bien hacer una parada para descansar durante diez minutos, cada dos horas. Descansar significa "relajarse" y no hacer ninguna actividad que pueda perjudicar al estudio, como el ejercicio físico extenuante o la música "excesivamente movida".
- Ambiente de estudio. El contexto tiene que ser ordenado, en el sentido no solo de limpieza sino de estimular, pero no buscar la perfección o la habitación perfecta porque no existe. Los centros educativos deberían acostumbrar a los estudiantes a estudiar en diferentes tipos de ambientes.
- El día del examen. Evitar todo estímulo que pueda desviarte de la tarea fundamental que es hacer el examen va a molestar. No es recomendable ponerse a leer la novela que te está encantando ni el episodio de tu serie favorita.
- Miedo no, respeto sí. Dudas las tenemos todos cuando vamos a hacer algo novedoso, recuerda el presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Pedagogos y Psicopedagogos de España, pero el miedo te va a paralizar. Si te has autoevaluado sabes perfectamente con qué grado de tranquilidad puedes afrontar las cosas.