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La acción del ser humano altera incluso el interior de la Tierra: la desecación del mar de Aral eleva el manto terrestre

  • La roca que se encuentra en las profundidades del planeta se mueve a la superficie tras desaparecer el peso del agua
  • Este mar, antes el cuarto mayor lago del mundo, ha perdido un 90% de su superficie al desviar la URSS los ríos que lo alimentaban

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Así se seca el mar de Aral: a la izquierda, el lago en 2006; a la derecha, en 2024
Así se seca el mar de Aral: a la izquierda, el lago en 2006; a la derecha, en 2024 EFE/UE, Copernicus Sentinel-2

El mar de Aral es probablemente el ejemplo más claro en nuestro planeta del impacto que puede llegar a provocar el ser humano sobre la naturaleza. Esta enorme masa de agua en Asia Central era el cuarto mayor lago del mundo hasta que en los años 60 empezó a explotarse masivamente para la agricultura.

Las autoridades soviéticas desviaron los ríos que alimentaban el lago para crear nuevas plantaciones de algodón, lo que terminó por desecarlo casi al completo: entre 1960 y 2018, la superficie del lago se redujo cerca de un 90%.

Aquello no solo tuvo dramáticos efectos para el ecosistema y para la población local, que dependía en gran medida del agua de Aral, sino que ha provocado incluso movimientos bajo la corteza terrestre. Así lo ha hallado un grupo internacional de científicos liderado por Teng Wang, de la Universidad de Pekín, usando imágenes de radar.

Un "fluido viscoso" que se eleva siete milímetros al año

El estudio, publicado este lunes en la revista Nature Geoscience, muestra que la roca que se encuentra en el manto terrestre bajo el antiguo lago se está elevando al ritmo de siete milímetros al año, una velocidad equivalente al movimiento de las placas tectónicas. 

Esta roca, que se encuentra a una profundidad de 150 kilómetros, existía antes que el lago, y fue desplazada hacia el interior de la Tierra cuando este se creó. Sin embargo, una vez el mar se ha secado casi por completo, dejando en su lugar un desierto salado, la roca está volviendo a su emplazamiento previo, y lo hace en forma de un “fluido extremadamente viscoso”.

Esto se debe al enorme peso que tenía el agua antes presente, unos mil kilómetros cúbicos, que una vez desaparecido provoca movimientos en las distintas capas bajo la superficie terrestre. El proceso seguirá durante muchas décadas, calculan los expertos.

Restos de barcos sobre la arena en un antiguo puerto del mar de Aral

Restos de barcos sobre la arena en un antiguo puerto del mar de Aral EFE/SIPA PRESS

Un caso práctico para "sondear el interior profundo del planeta"

El fenómeno se está dando en un área que se extiende más de 500 kilómetros más allá del centro de lo que era el mar antiguamente, según han descubierto los científicos gracias a mediciones de radar por satélite de la deformación del suelo en la cuenca del mar de Aral entre 2016 y 2020.

“Aunque la desecación del mar de Aral ha sido un desastre medioambiental, los hallazgos [...] revelan un efecto secundario positivo: puede utilizarse como herramienta para sondear el interior profundo del planeta, proporcionando nuevas perspectivas sobre las rocas que hay dentro y debajo de una placa tectónica”, señala en un artículo complementario al publicado en Nature Simon Lamb, profesor de la Universidad Victoria de Wellington, en Nueva Zelanda. 

Los efectos del secado del lago han sido devastadores para la población local, repartida entre Uzbekistán y Kazajistán, ya que han perdido una fuente de alimentación y riqueza como era la pesca, y se ve expuesta al polvo tóxico que libera el lago. Pero además, la muerte de este ecosistema provoca que lo que antes fuera un sumidero de dióxido de carbono pase ahora a liberar este gas de efecto invernadero, provocando que se acelere el cambio climático.

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