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Nace la primera cría de tapir malayo en España: solo hay 2.500 ejemplares en estado salvaje

  • Solo se han registrado 24 nacimientos de tapir malayo en cautividad en la última década
  • La cría se encuentra junto a su madre en instalaciones protegidas del Bioparc Fuengirola

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Nace la primera cría de tapir malayo en España

El primer nacimiento de tapir malayo (Tapirus indicus) en España marca un hito en la conservación de especies amenazadas y se ha producido en el Bioparc Fuengirola. En la madrugada del pasado 29 de marzo, Rawa, una hembra de esta especie, dio a luz tras un largo periodo de gestación de 424 días. Se estima que en estado salvaje quedan menos de 2.500 individuos, distribuidos en las selvas de Malasia y Sumatra. Su cría en cautividad es excepcionalmente compleja, con solo 24 nacimientos registrados en los últimos diez años en todo el mundo.

Una pareja compatible y una madre ejemplar

El camino no ha sido fácil. Durante 20 años, el equipo de Bioparc Fuengirola ha trabajado en la reproducción de la especie. "Conseguir que una pareja de tapires malayos conviva y se reproduzca es una tarea difícil, ya que son animales solitarios que solo se juntan para copular", explica Javier Vicent, responsable de Zoología del parque. Las anteriores parejas no tuvieron éxito. Sin embargo, la conexión entre Rawa y Mekong, el macho que llegó hace más de un año, fue inmediata. "No solo se toleraron como 'compañeros de piso', sino que se han gustado como pareja reproductora", cuenta Vicent a RTVE.es.

Además de la expectación, el nacimiento generó cierta preocupación en el equipo, ya que Rawa era primeriza. Sin embargo, ha demostrado ser una madre ejemplar desde el primer momento: limpió a su cría y le facilitó la lactancia.

Los próximos pasos del tapir

El pequeño tapir, una hembra según la primera evaluación, permanece junto a su madre en las instalaciones interiores del parque bajo supervisión. Todo el equipo técnico del parque vigila atentamente la evolución de los tapires, aunque sin intervenir, para que Rawa no detecte comportamientos que la pongan en alerta. Mientras tanto, el padre se mantiene separado, ya que en el entorno natural nunca convive junto a la madre y la cría.

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Su pelaje presenta un patrón de manchas y rayas blancas sobre un fondo oscuro, característico de los tapires malayos recién nacidos, lo que le permite camuflarse entre la vegetación. En los próximos meses, su aspecto cambiará progresivamente hasta adoptar la distintiva coloración en blanco y negro de los adultos. Estos animales herbívoros y miopes cuentan con un desarrollado sentido del olfato y el oído. Su labio superior se convierte en una "trompa prensil" para alcanzar las ramas bajas de los árboles.

Los próximos pasos incluyen pesar a la cría, confirmar su sexo y garantizar su desarrollo adecuado antes de permitirle explorar el recinto exterior. "Debemos asegurarnos de que la cría gana peso y fuerza antes de que pueda salir y ser vista por el público", explica el responsable de Zoología. Pasado un tiempo, la madre y su cría se separarán y comenzará la tarea de encontrar un destino para el nuevo ejemplar de tapir malayo soltero, donde continuará el ciclo. Los caminos de Rawa y Mekong volverán a encontrarse y "quizás quieran volver a ser padres, porque se llevan muy bien".

Un logro de la conservación ex situ

Este nacimiento es un hito para la conservación del tapir malayo. "No es que juguemos a tener animales adoptivos para ponernos felices cuando crían. Va más allá", insiste Vicent. Los programas de conservación ex situ buscan mantener la diversidad genética de especies amenazadas para una eventual reintroducción en su hábitat natural.

"Muchas especies están desapareciendo porque no encuentran pareja. Los seres humanos hemos creado barreras infranqueables, como cultivos extensos, que impiden que estos animales se desplacen y se reproduzcan", explica Vicent. En algunos lugares del mundo, se traslada estos ejemplares de parques de conservación a su propio hábitat para iniciar programas in situ. No se les puede liberar directamente, puesto que no están preparados para vivir en esas condiciones, pero, en muchos casos, sí será posible "soltar a sus hijos porque ya se están criando con la comida adecuada, con el clima y con todo lo propio de su hábitat".

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